El primero de los testigos de la audiencia de este miércoles fue Enrique Pedersen, comerciante radicado en San Luis capital. Declaró sobre la búsqueda de su hermana María Cristina, dijo que en sus gestiones fue a dependencias de las policías bonarense, federal y organismos militares. Fue mal atendido y en algunos casos presionado, en otros sintió indiferencia. «Mi hermana me dijo quién la secuestró. Yo no quise ahondar en el tema», aseguró.
Luego fue el turno de la esposa de Eduardo Hidalgo, María Julia Cagossi, quien recordó que el secretario general de la APDH bahiense –que declaró ayer- estuvo un mes desaparecido. Sin tener noticias de él, ella pensó que estaba muerto.
«Jamás tuvimos filiación política, éramos católicos practicantes y después de eso jamás lo pude llevar a misa», afirmó. En ese sentido, comentó las gestiones realizadas ante la iglesia Católica, por ejemplo la reunión que mantuvo con monseñor Mayer: “la respuesta fue la de siempre, que iba a averiguar. (Me reuní también) con el capellán que estaba en calle Espora, que era del Ejército, y le pedí que se comunicara con el de La Plata para que le diera ayuda espiritual. Además yo daba clases en el Juan XIII donde me ayudaron mucho”.
«En estos años hubo mucho dolor, angustia. En estos 35 años esperando justicia había algo que no estaba cerrando, que seguía goteando, esperemos que con esto se cierre», aseguró la mujer quien comentó que tuvieron que tener custodia porque a Eduardo lo habían amenazado de muerte cuando Corres se escapó de la Policía Federal.
Daniel Villar, es docente universitario y declaró ante los jueces que su detención «sucedió cuando se abrió una causa judicial en el juzgado de Madueño. La federal me andaba buscando, me presenté ahí y quedé detenido. Unos días después, Madueño fue a la federal a tomarme declaración, después fui trasladado a la Unidad 4, estuve detenido por un mes y después fui trasladado a La Plata hasta marzo de 1977. Fui detenido en octubre de 1976 y fui sobreseído de la causa».
Al profesor se lo acusaba de participar en un proyecto de modificación de plan de estudio de la UNS.
El testigo mencionó que «una noche en la Unidad 4 ingresa Eduardo Hidalgo y le dice que viene de otro lugar de detención, muy golpeado, preocupado por la suerte de su hermano en un supuesto enfrentamiento con las fuerzas armadas. Los golpes eran por el trato que le habían dado. Esta sangrando muy sucio, deteriorado».
En la policía federal le tomó declaración el juez federal: «Estaba Madueño con su secretario, me indagaron en una dependencia de la federal, declaré rodeado de las personas que estuvieron en mi detención. Yo estaba todo mojado delante del juez, producto de la tortura, y Madueño no me preguntó nada sobre mi situación física».
El juez «tenía un objetivo personal, quería cuidar su empleo. Estaba siempre a la defensiva y muy en conexión con toda esa cuestión. El armado de la causa fue explosivo, fue muy rápido. Nos escracharon. Hubo gente que la pasó peor, gente vinculada a esta causa murió. Me quedé sin trabajo, volví recién en el ’90 y los interventores de la dictadura estaban todos dando clase. Esta causa solo con el poder de la fuerza se pudo llevar adelante”.
Una de las causa judiciales que se armó, “Ramírez de Custodio”, según relató Villar fue a raíz de la conversación de dos estudiantes del Colegio Nacional de 14 años, donde se comentó algo sobre drogas. La familia de uno de los chicos hizo la denuncia, se comenzó a investigar, se allanaron viviendas y en una de ellas había bibliografía “subversiva”. A partir de eso, se imputó a decenas de personas. Esto sucedió en pocos meses.
Al término de la declaración el abogado querellante Walter Larrea solicitó al tribunal que remita copia del testimonio al juzgado que conduce Alcindo Álvarez Canale, para incorporarlo a la prueba de la causa contra el abogado Hugo Mario Sierra por su participación en el plan criminal desde una de las secretarías penales del juez Madueño.
Sobre el mediodía declaraban Dora Gilardi y Pablo Esteban Salvatori. La primera vivía en el departamento vecino al de Hidalgo y el hombre se encontraba con ella al momento del secuestro.