Con la obligación de reclamar uno por uno

“Hay que asumir de frente y sin tapujos esta realidad que muchos pretenden dar por terminada. Hay que mantener en un obstinado presente con toda su sangre e ignominia algo que ya se ha querido hacer entrar en el cómodo país del olvido”. Julio Cortázar.

Citando ‘La utopía de un hombre que está cansado’ de Jorge Luis Borges el fiscal Abel Córdoba encaró el tramo final de su alegato y antes de pedir las penas contra los 17 represores cuyos crímenes de lesa humanidad son expuestos ante el tribunal oral bahiense, rememoró a aquel arqueólogo que desde el futuro decía que “a juzgar por las ruinas de Bahía Blanca que tuve la curiosidad de explorar, no se ha perdido demasiado”.

“La imagen de Bahía Blanca en ruinas es el efecto del paso y el ejercicio de la actividad militar, policial y penitenciaria de estos acusados. Bahía Blanca ha sido un lugar particularmente adverso para el desarrollo de estos juicios y no solo en la actualidad. Esa adversidad actualizó la expresión que los pueblos originarios, el pueblo mapuche consideraba a este lugar como la tierra del demonio”, dijo el fiscal.

Tras reconocer el retraso en muchas áreas de la institucionalidad democrática local -“a partir de la presencia contundente de los distintos cuerpos de las fuerzas armadas y del entramado social corporativo aún tributario en algunos casos del que produjo estos crímenes del terrorismo de Estado”-, destacó que nuestra ciudad “también es el sitio de las víctimas que han venido ante el tribunal a dar cuentas” y la de quienes exigieron el juicio y castigo “con jueces del estado de derecho”.

Siguiendo a Witold Gombrowicz, quien entiende a la cultura como el esfuerzo humano para eludir la muerte, manifestó que los imputados “con las desapariciones, con las masacres, arrancaron esa dimensión cultural que tenía la vida. En las condiciones del terrorismo de Estado que estos acusados impusieron en la ciudad cortaron la proyección natural de la vida y la muerte joven pasó a ser la regla”.

“Naturalizaron la muerte y así conmovieron la dimensión cultural que tiene la existencia humana en sociedad. Por haberlo hecho desde el oficio militar el tribunal debe merituar esa condición y condenar sus conductas a partir de las concepciones retrógradas de que al enemigo se lo mata, se lo elimina, se lo desaparece. Es esta una concepción primitiva aún en la doctrina militar”.

Córdoba dijo que el juicio oral funcionó como un espacio legitimado por las víctimas tras 35 años de espera y obstinación, aunque no todos llegarán a conocer el veredicto: “Hace dos días murió el padre de Nancy Cereijo. Murió esperándola y buscándola. Elvira, otra de sus hijas, manifestó que en los raptos de lucidez que tenía cuando volvía a la razón de su ya senilidad, buscaba a Nancy”.

“La madre de Patricia Acevedo por primera vez pudo hablar en público de su hija asesinada, de su propio secuestro, era algo que tuvo que mantener oculto en su entorno. Y ayer la veíamos sentada entre el público orgullosa y expectante por haber contribuido con su testimonio a que se condene a los asesinos de su hija. Esa evocación absolutamente humana tuvo su punto quizás más brillante cuando se le preguntó cómo era su hija y dijo -pese a estar rememorando los momentos más dolorosos de su vida-, se le iluminó el rostro y dijo que era hermosa”, agregó.

Subrayó la responsabilidad propia y la de cada uno de los integrantes del tribunal al estar no solo frente a la sentencia más importante de sus profesiones, sino también “la más relevante de la historia del poder judicial local”.

Ejemplificó la relevancia de la “dimensión espacial” suprimida por el terrorismo de Estado por medio de la desaparición de personas tomando testimonios de hijas como Adriana Metz –quien busca aún a su hermano nacido en La Escuelita-, Paula Bombara –que cuando era chica no podía entender que su papá no estuviese en ningún lugar y lo tenía que imaginar mirando una estrella- o María Bossi que hoy tiene donde pensar a su madre a partir de la restitución de sus restos pero continúa sufriendo la desaparición de su papá.

Córdoba dejó para el cierre la lectura de un fragmento de una ponencia de Julio Cortázar pronunciada en 1981 en un coloquio en el senado francés: “Si las cosas parecen relativamente explicables en cuanto a la superficie, digamos, los propósitos, los métodos y las consecuencias de las desapariciones, queda sin embargo un trasfondo irreductible a toda razón, a toda justificación humana, y es entonces que el sentimiento de lo diabólico se abre paso como si por un momento hubiéramos vuelto a las vivencias medievales del bien y del mal, como si a pesar de todas nuestras defensas intelectuales lo demoníaco estuviera aquí una vez más, aquí diciéndonos ‘¿Ves? Existo, acá tenés la prueba’”.

“Si toda muerte humana entraña una pérdida irrevocable, qué decir entonces de esta ausencia que se sigue dando como presencia abstracta, como obstinada negación de la ausencia final. Por encima y por debajo de las consideraciones jurídicas, los análisis y las búsquedas normativas en el terreno del derecho interno e internacional, es de este pueblo las sombras de los desaparecidos que estamos hablando.

“Si de algo siento vergüenza frente a este fratricidio que se cumple en el más profundo secreto para poder negarlo después cínicamente, es que sus responsables y ejecutores son argentinos o uruguayos o chilenos. Son los mismos que antes o después de cumplir su sucio trabajo salen a superficie, se sientan en los mismos cafés, en los mismos cines donde se reúnen aquellos que hoy o mañana pueden ser sus víctimas.

“Y lo digo sin ánimo de paradoja, más felices son aquellos pueblos que pudieron o pueden luchar contra el terror de una ocupación extranjera, más felices sí porque al menos sus verdugos vienen de otro lado, hablan otro idioma, responden a otra maneras de ser. Cuando la desaparición y la tortura son manipuladas por quienes hablan como nosotros, tienen nuestros mismos nombres y nuestras mismas escuelas, comparten costumbres, gestos, provienen del mismo suelo y de la misma historia, el abismo que se abre en nuestra conciencia y nuestro corazón es infinitamente más hondo que cualquier palabra que pretenda describirlo.

“Precisamente por esto, porque en este momento tocamos fondo como jamás lo tocó la historia, llega sin embargo, de etapas sombrías nuestra historia precisamente por esto, hay que asumir de frente y sin tapujos esta realidad que muchos pretenden dar por terminada. Hay que mantener en un obstinado presente con toda su sangre e ignominia algo que ya se ha querido hacer entrar en el cómodo país del olvido. Hay que seguir considerando como vivos a los que acaso ya no lo están pero tenemos la obligación de reclamar uno por uno hasta que la verdadera repuesta muestre finalmente la verdad que hoy se pretende escamotear”.

Las penas

El fiscal Abel Córdoba pidió penas de prisión perpetua para los miembros del Estado Mayor del V Cuerpo de Ejército Juan Manuel Bayón, Osvaldo Bernardino Páez, Walter Tejada, Hugo Fantoni y Jorge Delme; el jefe del Batallón de Comunicaciones 181 y del Área de Defensa 511 Jorge Enrique Mansueto Swendsen; los integrantes del Destacamento de Inteligencia 181 Norberto Condal, Carlos Taffarel y Jorge Horacio Granada; los miembros del grupos de tareas Jorge Aníbal Masson y Carlos Mario Méndez; y los policías federales de Viedma Vicente Forchetti, Héctor Goncálvez y Héctor Jorge Abelleira. En tanto, para el policía federal Carlos Contreras solicitó 21 años de prisión y para los directores de la Unidad Penal 4, Andrés Miraglia y Héctor Luis Selaya penas de 25 años.

En cuanto a la responsabilidad civil de los imputados solicitó embargos de entre tres y 43 millones de pesos e instó a la comandante en jefe de las fuerzas armadas y los ministerios Defensa y Seguridad a comenzar los procesos de destitución y sanción según las normas militares.

3 respuestas a “Con la obligación de reclamar uno por uno

  1. ¿Qué más se podría agregar que no se haya dicho sobre el impecable e implacable ejercicio en demanda de justicia de esta Fiscalía excepcional? Las palabras se niegan a acudir a la mente, obnubiladas por la perfección del alegato y las referencias a tantos ilustres humanistas que mantienen la esperanza de que un mundo mejor es posible. Lo único que cabría expresar es el ferviente anhelo de que los honorables jueces, que durante más de un año fatigaron el suelo de una ciudad difícil y ajena que se negó a conformar un tribunal con letrados locales, se haga eco de las palabras de esta Fiscalía y dicte las sentencias solicitadas.¡Nada más, pero tampoco nada menos!

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    • Historica jornada, EXCELENTE, BRILLANTE, UNICA…!
      s/ la cobertura del Juicio.., hay q estar un año sin faltar a ninguna Audiencia y cubrir «TAL COMO SE DIJO»….!!!
      Impecable…Felicitaciones gente…!!!!

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  2. Un profundo y bello alegato.
    Gracias al Juicio desde …. por el talento y constancia desplegados en el arduo trabajo de cobertura .

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