«La prédica constante de La Nueva Provincia, que llega hasta nuestros días, exigiendo en su momento que se actuara sin contemplaciones al punto de calificar de ‘cagones’ a los mayores asesinos que tuvo este país durante el siglo XX y quizás en toda su historia, indica que no eran meras opiniones o trabajo periodístico sino que asumió el rol criminal que venimos describiendo con un compromiso difícil de empardar. Dirigió y controló la propaganda, interviniendo de manera macro pero también en el último tramo de los homicidios, torturas y desapariciones; sea en la modalidad del silencio o en la de presentar los hechos de manera falsa».
La frase fue escrita por los fiscales Miguel Palazzani y José Nebbia en el apartado que desarrolla los precedentes jurídicos internacionales en el pedido de detención e indagatoria contra Vicente Massot y Mario Gabrielli por sus responsabilidades en crímenes de lesa humanidad desde el “núcleo decisional” del diario naval bahiense.
Un antecedente es la condena de Julius Streicher, propietario del periódico alemán “Der Sturmer” (“El atacante”) por su labor de propaganda del régimen nazi. «Durante el juicio, la acusación y la sentencia, utilizaron las páginas de sus publicaciones descartando el argumento defensivo de que lo publicado podían ser sólo meras opiniones antisemitas», recordaron desde la Unidad Fiscal.
El otro surge del Tribunal Penal Internacional para Ruanda que juzgó y condenó al propietario del periódico Kangura, Hassa Ngeze, y en esta nota es comentado y analizado por el dr. Eduardo Aguirre, especialista en derecho penal y editor del blog Derecho a Réplica. Seguir leyendo