«Fue un honor para mí haber podido comprometer mi vida, y arriesgarla, durante estos largos años de iniquidad y salvajismo. Fue un honor brindar mi aporte sacerdotal a una empresa tan difícil», escribió el ex capellán y capitán del Ejército, Aldo Omar Vara, el 28 de septiembre de 1979 al renunciar ante el jefe del Batallón de Comunicaciones 181 luego de su intervención en la década más sangrienta que registra la historia reciente de Bahía Blanca.
El cura represor murió ayer a los 80 años, prófugo durante meses de la justicia argentina, con el amparo de la Iglesia Católica, a pesar de su imputación por crímenes de lesa humanidad. Vara goza así de la misma impunidad que el ex arzobispo Jorge Mayer, su segundo Emilio Ogñenovich y el también capellán del V Cuerpo, Dante Inocencio Vega.
«Impunidad biológica por complicidad», tituló el fiscal Miguel Palazzani en su cuenta de Facebook: «Según información de Interpol Paraguay, murió Aldo Vara. El Juez Federal de Bahía Blanca, Álvaro Coleffi, y Ministerio Público promovemos trámites de identificación y averiguación de las causas del fallecimiento».
Las crónicas de medios paraguayos informan que «poco después de las 19:30 Vara fue encontrado muerto en su habitación en la Parroquia Virgen del Rosario del barrio Pablo Rojas de Ciudad del Este» donde cumplía arresto domiciliario a la espera de su extradición. «Fue socorrido hasta la clínica Santa Lucía del barrio San Antonio» aunque «llegó sin signos de vida». Según UltimaHora, «preliminarmente el cuerpo sería enviado a la Argentina».
Un sutil torturador Seguir leyendo