Martha Mantovani emigró a Puerto Rico, Misiones, por temor y para no tener que sentarse al lado de sus torturadores en Bahía Blanca. Fue secuestrada en noviembre de 1976 y mantenida en cautiverio hasta el fin de aquel año en el centro clandestino de detención y exterminio Baterías, que funcionó en dependencias de la Armada Argentina.
Declaró este martes en el juicio contra 25 marinos, militares, prefectos, penitenciarios y policías. A días de cumplir ochenta años se sentó ante el tribunal y puso el peso de su testimonio en la denuncia de la violencia machista ejercida contra las mujeres en el campo de concentración.
«Me desnudan, me sacan la ropa, me revisan a ver si tenía algo en el ano. Esto no fueron solamente torturas físicas, esto que hemos vivido todas las mujeres es un delito de género. Yo quisiera saber si esta gente, que pienso que su cabeza se deshumanizó para hacer lo que hicieron, si les hubiera ocurrido lo mismo a su mujer, a sus hijas…», afirmó. El juez José Mario Triputti le avisó que si iba a hablar de abusos sexuales podía pedir el desalojo de la sala. «¿Por qué el público se va a tener que retirar si el público tiene que saber lo que pasó en este país?», preguntó la testigo. Seguir leyendo