«Se demuestra que la justicia es posible»

Víctimas del terrorismo de Estado de Neuquén, Cipolletti, Plottier y Cutral Co que participan como testigos del juicio en el que se ventilan casos ocurridos en el centro de detención ilegal «La Escuelita» de Bahía Blanca relataron sus vivencias.

NEUQUÉN (AN/ACE).- «Volver por propia voluntad» a Bahía Blanca, la ciudad donde fueron torturados para presenciar el inicio del juicio contra los responsables de «La Escuelita» en el V Cuerpo, impactó fuertemente a las víctimas de los horrores de la dictadura. Dicen que el proceso «es emblemático» y que «demuestra que la justicia es posible» en una ciudad cuya sociedad los marcó para siempre.

El 28 de junio se inició el juicio por de delitos de lesa humanidad contra 17 procesados presentes; un militar –Miguel Ángel García Moreno– que se fugó cuando fue convocado a comparecer y el teniente coronel (r) Julián «el Laucha» Corres, internado por tratamiento de quimioterapia.

Pedro Maidana, Gladis Sepúlveda y Élida Sifuentes –llevados a Bahía para la tortura en La Escuelita cuando tenían 19, 21 y 24 años respectivamente– describieron las vivencias de las audiencias. Nora Maggi y Ana Romero, también sobrevivientes, señalaron la necesidad estar «en este lugar emblemático que fue tan hostil por el fuerte acompañamiento a la dictadura que hubo desde el poder eclesial, mediático y la justicia» indicaron.

«Es importante que la sociedad acceda a la verdad, tal vez no toda, pero a la verdad de los hechos allí ocurridos», plantearon.

Gladis recordó la impresión indescriptible que sufrió cuando, después de pasar por la tortura y ya legalizada como presa política en la cárcel de Floresta, vio publicada la muerte «en enfrentamiento» de Mónica Morán, a quien había escuchado en el centro clandestino.

«Era imposible un enfrentamiento si en esos días estaba detenida. Con esa impunidad actuaban», dijo. Añadió que Mónica les decía que escucharan las sirenas de los barcos para saber dónde estaban. «Porque no lo sabíamos, ya que nos habían llevado, atadas y con los ojos vendados».

Maidana fue brutalmente torturado tras ser arrancado de la ENET de Cutral Co y cuando estuvo en «La Escuelita» de Bahía escuchó que Carlos Chávez –también de la comarca petrolera y que permanece desaparecido– estaba en el mismo lugar.

«Es necesario que los imputados escuchen lo que hicieron contra jóvenes, contra gente indefensa, estudiantes, militantes y compañeros y que se haga público ese padecimiento. Que la sociedad conozca esa metodología para implantar el terror y frenar el pensamiento de las nuevas generaciones», dijo.

Relató que al igual que hizo en el juicio que se llevó a cabo en Neuquén, a la salida de la audiencia «con un puñado de compañeros les gritamos a los enjuiciados que supieran que sus víctimas y acusadores estábamos presentes». «Es significativo que el juicio se haga en el Aula Magna de la Universidad del Sur; yo era universitaria en 1976 con la intervención nefasta de Remus Tetu en el Comahue, donde ya sabíamos que alumnos habían sido muertos por la Triple A», dijo Élida.

«Volver por nuestra propia voluntad al lugar al que nos llevaron en condiciones de sumisión, con compañeros y compañeras de los cuales los militares nunca dieron cuenta qué fue lo que pasó, fue decir: aquí estamos», añadió.

Ana conoció a las detenidas-desaparecidas de Bahía en la cárcel de Devoto, donde fueron agrupadas las presas políticas del país por un decreto de Videla. «Fui secuestrada de mi casa y estuve en La Escuelita de Famaillá cuando tenía 15 años», señaló.

Sostuvo que «es importante estar juntas -las víctimas- y para mí fue como estar entrando en mi propio juicio.

Las audiencias del juicio en Bahía se reanudarán el 2 de agosto e incluyen una inspección -a fin de ese mes- del lugar donde fuera emplazado «La Escuelita» en el «camino a la Carrindanga».

El tribunal compuesto por los jueces Jorge Ferro -presidente del cuerpo-, José Mario Triputti y Martín Bava, junto con el cuarto juez Oscar Alberto Hergott, fiscalía, querellantes y defensas, llevarán a cabo una inspección ocular al lugar donde funcionó el centro de detención clandestina «La Escuelita», en tierras dependientes del Comando del V Cuerpo sobre el camino a la Carrindanga. La lectura de las 3.600 fojas de elevación a juicio -que será leída en su totalidad a pedido de las defensas- continuará los días 2-3-9-10-11 y 24 , 30, 31 de agosto y 1 de septiembre.

Un secuestro en la capilla Cristo Obrero

NEUQUÉN (AN/ACE).- Hasta hace unas semanas nada se sabía de un joven que a fines del 76 o comienzos del 77 fue secuestrado por un grupo de tareas, en Cutral Co. «Teníamos referencias de que se lo habían llevado de una capilla, pero no sabíamos ni su nombre ni apellido, ni habíamos logrado otro dato», relató Pedro Maidana, quien como miembro de la Asociación de familiares de detenidos, desaparecidos y ex presos políticos de Cutral Co y Plaza Huincul, asiste a las audiencias del juicio por delitos de lesa humanidad que se hace en Bahía Blanca.

«Un familiar de desaparecidos, al saber que éramos de Cutral Co nos preguntó si teníamos alguna referencia de un muchacho que había sido secuestrado en nuestra ciudad, que se llamaba Hugo Gisler», agregó.

Maidana señaló que compañeros de Gisler habían denunciado de su desaparición, pero lo hicieron en Buenos Aires y sus familiares no tenían otro dato. Ahora se abre un nuevo capítulo en procura de establecer si ese joven que fue secuestrado de la capilla Cristo Obrero de Cutral Co, es efectivamente Gisler.

«El muchacho estuvo un tiempo en la capilla, era originario de Darragueira, militaba en la iglesia del tercer mundo, fue secuestrado en una de las reuniones y pudo haber pasado por La Escuelita de Neuquén o la de Bahía Blanca. Pero no hay relatos que lo identifiquen en esos lugares», señaló Maidana.

Especuló que Gisler pudo ser uno de las tantas víctimas del terrorismo de Estado, asesinado en los falsos enfrentamientos para luego hacer aparecer su cuerpo como NN o arrojado directamente al mar.

Otra embarazada en «La Escuelita» de Bahía Blanca

NEUQUÉN (AN/ACE).- La apertura del juicio favoreció el encuentro de familiares en busca de recomponer la ruta de sus desaparecidos, y la coincidencia de datos arrojó nuevas búsquedas, como por ejemplo, del bebe Juan Antonio Cortés y Elizabeth Frers, de quien hay datos de su permanencia embarazada en «La Escuelita».

Mario Cortés llegó desde Orán, Salta, para hacer la denuncia ante la fiscalía por su hermano, José Antonio Cortés, muerto el 4 de febrero de 1977. Luego de la presentación viajará a Buenos Aires para dejar huellas de ADN en el banco de datos, ante la posibilidad de nacimiento del bebé de Elizabeth Frers, quien era la novia de su hermano.

«Eli» era militante del movimiento tercermundista y participaba del centro pastoral católica «La Pequeña Obra» y de la Juventud Universitaria Católica. Fue secuestrada en Chiclana al 500 en enero de 1977.

«Mi hermano José Antonio vino a estudiar ingeniería química desde Orán, Salta, y luego de 34 años hicimos la denuncia porque nunca vinimos ni a reclamar su cuerpo; fuimos a la biblioteca y en los diarios figura como muerto en enfrentamiento en Viamonte 659, y ese mismo 5 de febrero figura asesinado en Pastor Obligado 22, Ricardo Cuesta», dijo Mario Cortés a este diario.

Fuente: Diario Río Negro http://www.rionegro.com.ar/diario/rn/nota.aspx?idart=670804&idcat=9532&tipo=2

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