Aquel septiembre del ’76 las fuerzas represivas ejecutaban el macabro operativo que hoy recordamos como «La Noche de los Lápices». La dictadura tendía su manto de exterminio y todo sector social que reclamara una reivindicación iba a ser alcanzado.
Lxs adolescentes organizadxs para obtener el boleto estudiantil resultaban peligrosos para el “orden” imperante en la Argentina de la dictadura. Lxs genocidas sabían que lxs estudiantes buscaban algo más que no se limitaba a sus intereses particulares. Lxs jóvenes militantes eran conscientes de que el boleto, como el pan y el trabajo, iban a ser consecuencia de una sociedad distinta. De una sociedad nueva, justa y solidaria. De una sociedad donde los hombres y las mujeres fueran dignificados en su calidad de seres humanxs.
El despertar militante de lxs estudiantes secundarios –junto a la lucha de todos los grupos que enfrentaban a la dictadura- amenazaba con sembrar conciencia. Los verdugos sabían que miles y miles de voces reclamarían sus derechos y eso, para ellxs, era peligroso.
37 años pasaron. Algunos genocidas están en la cárcel y muchxs en libertad. La justicia no alcanzó a todxs. Algunxs escaparon, otrxs murieron impunes. Pero el reclamo sigue siendo el mismo: Juicio y Castigo para lxs que ejecutaron, idearon, pagaron y bendijeron el genocidio.
30000 compañerxs detenidxs desaparecidxs: Presentes!
Comisión de Apoyo a los Juicios.